
Azul uno, amarillo cero. El Glen McKenna se ha acabado, y en la mesa del MacLaren’s ya solo hay vasos vacíos, tanto como el apartamento en que nos hemos sentido como en casa durante casi nueve años. Nuestra generación de seriéfilos, los que despertamos con Prison Break, Heroes y (of course) Lost, acabamos de despedir a la sitcom, a la comedia que llevaba ahí desde siempre. A veces mejor, a veces peor, pero siempre capaz de arañar un buen gag. Last Forever, la última noche con HIMYM, ha sido un rosario de emociones que han ido desde la cumbre del andén, donde Ted por fin conoce a la madre de sus hijos, hasta ese epílogo, nido de opiniones diversas, ampollas para unos y botellas de champán para otros. Porque, efectivamente, Robin no es la madre, pero sí que opta al título de The One. O The Other One. O The Ultimate One. Solo Ted (solo Carter Bays y Craig Thomas) lo sabe, porque el final de How I met ha querido ser como la vida misma y no enviar un mensaje absoluto, en negro o en blanco. En el tono de gris que cada uno quiera, Ted ha amado a Tracy y luego a Robin, o mejor dicho, a Robin y luego a Tracy y luego a Robin. ¿A cuál más? No es la misión de la serie decírnoslo. No es esa la cuestión. La historia es la de un hombre que creía en The One y que, cosas de la vida, no siempre hay una sola persona para siempre. Y, sin embargo… azul uno, amarillo cero, esa es la sensación que me queda. El blue French horn ha vuelto para romperle las varillas al paraguas amarillo, Robin ha bajado de los cielos al poco de que Eternal flame dejase de sonar para convertirse en un personaje casi ajeno al universo de la serie y Tracy ha hecho mutis de una manera brusca para nosotros, justo ahora que empezábamos a amarla. Quizá en el tiempo real de la serie todo cuadre, pero para el fan (o al menos para mí) el timing del episodio (de la temporada, posiblemente) ha sido algo cruel, dejando a la mother en un segundo plano en los minutos finales, cuando el partido se decide de verdad, y entregando la copa (blue French horn) a Robin. Qué queréis que os diga… para mí, sensación de derrota: azul uno, amarillo cero.
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